Conflicto
A menudo, en un conflicto, creemos que el problema es la otra persona o el grupo. Pensamos que todo es por culpa de los otros y que, si ellos dejaran de hacer lo que hacen o de ser como son, tendríamos paz y felicidad. Así que puede que nos mueva el deseo de destruir a la otra parte, que deseemos que no existan. Pero mirando profundamente, sabemos que nosotros no somos los únicos que hemos sufrido, ellos han sufrido también. Cuando nos tomamos el tiempo para calmarnos y miramos profundamente la situación, podemos ver que somos co-responsables, que hemos creado juntos el conflicto por nuestra manera de pensar, actuar o hablar, ya sea individualmente o como grupo o nación. Podemos mirar profundamente para ver nuestra parte de culpa en la dificultad que ha surgido y aceptar la responsabilidad. Cuando vemos cómo hemos contribuido al conflicto, nuestro corazón se abre de nuevo y el diálogo se hace posible. Queremos crear la oportunidad para que nosotros vivamos en paz, sin amenazas y seguros, y para que la otra parte viva en paz también, sin amenazas y segura. Si tienes esta intención y sabes cómo incluir a la otra parte en tu corazón, entonces sufres menos de inmediato. La otra parte también quiere vivir segura y en paz. Cuando estamos motivados y animados por el deseo de inclusividad, es muy fácil preguntar a la otra parte: «¿Cómo podemos asegurar nuestra mutua seguridad y felicidad?».
Cuando somos capaces de hacer esa pregunta, la situación cambia en un nivel profundo muy rápido.